domingo, 14 de noviembre de 2010

Miedo.

"Miedo." lo escribí una penumbra de algun día de Abril, donde susurros aullentaban mi sueño y mi almohada soportaba mi cuello inerte. Una hoja y un lápiz fueron las victimas del Miedo que me inundó en aquella penumbra mi habitación.
Es mi primer escrito, espero que lo disfruten.


Miedo.

Se te olvidó decir que te olvide, pero porqué tendría que olvidarte, si no tengo la intención de hacerlo realidad, de hacer realidad tu capricho que nunca lo dijiste, porque se te olvidó decírmelo. Gracias a tu olvido, llevo sellados en la carne y en el alma los recuerdos agradables de un pasado muy distante, casi ínfimo; donde consigo aliviar la soledad presente y real, la soledad que consigo palpar con las manos y acariciar con el corazón. Aún duele… y duele mucho.

Cuando me enfrento a ella, ésta se muestra ante mí, fuerte y desisto, pero cuando le doy le espalda y olvido que estoy solo, coge mi brazo y pide que le preste atención. La herida no cicatriza y el corazón no costra, los recuerdos flotan y puedo verlos, puedo sentirlos; camino en su mundo, me dejo caer, floto en él, sigo su ritmo y bailo con ellos. Escojo uno de ellos, y abrazo el recuerdo de tu esencia, de tu olor, de tu aroma, de tus cabellos… de ti.

Sigo hipnotizado en su mundo sutil, y caigo en el fondo, dejándome guiar por el recuerdo de tus ojos y un sueño distante; un sueño en el que todo perdía sentido, todo caía a tus pies, porque solo existías tú. Me despierto de los pequeños mundos creados por mi imaginación.

Gracias a tu olvido, se me olvidó olvidarte por completo, pero no puedo. Me cuesta recordar las cosas que nunca hicimos juntos, darte los poemas que nunca escribí, y decirte las cosas que nunca te dije. Que te amaba, pero no pude, porque tuve miedo, tuve miedo de decir lo que el corazón quería q te diga, tuve miedo de escribir los poemas que el corazón pedía que te escriba, tuve miedo de hacer las cosas que el corazón quería que hiciera, solo porque tuve miedo… ¿miedo? .Sí.

Sí,  y así fue como todo comenzó.
Entre ángeles tu voz imaginé, mi nombre pronunciaste, giré y te ví. El sol bailaba en tu sonrisa, y se alegró por haber encontrado parte del Edén, cuando me sonreíste, me pareció ver los límites de la felicidad; mientras que la luz pintaba tus ojos, formaba un vaivén de colores y jugaba con mi imaginación.

Fueron de color miel, tus ojos.
Y así  fue como  hechizaste al enamorado que sollozos susurra a su almohada.


Por mí


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